jueves, 1 de septiembre de 2011

¡Me doy!

Hace como un año, compré un libro nomás por su portada. Tiene el gran título (extraído de un poema de Rubén Bonifaz Nuño) de Tigre la sed. Se trata de una antología de poesía mexicana de 1950 a 2005. Entonces lo empecé a leer por adelante y no me agarró. Supuse que era porque se trataba de los poetas más distantes de nosotros en el tiempo. Así que ahora lo empecé por atrás, con los poetas más recientes. Cada noche, antes de dormir, he estado leyendo los poemas seleccionados de un par de autores. Anoche tuve que dejar el libro pues está editado con las patas. Tiene muchísimos errores y eso en poesía lo hace completamente ilegible.

De modo que, una vez más, estoy sin algo que leer antes de dormir y regreso a mi vicio, que son los audiolibros. Mientras escribo esto, estoy decargando Invisible Man, de Ralph Ellison.

1 comentario:

  1. Tienes total razón. La poesía no se puede disfrutar si te saltan errores a la vista a cada momento. Ni tampoco la prosa. Ni siquiera los anucios, o las noticias de la tele!

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