Pero no sólo miré árboles, también comí varias delicias, empezando por los pastelitos que hace mi hermana (en su Papirola), pasando por unos huauzontles excelentes en el restaurante Teodora, y terminando con el rico ceviche que nos hizo mi sobrina.
Como muchos miles de mexicanos, fui a ver Presunto Culpable. Fui por deber y curiosidad, salí enterada y conmovida. Creo que los contundentes números de asistentes al cine dicen, por lo menos: ¡estamos aquí! Quisiera poder hacer más por este nuestro dolido país.